Le es esquiva la victoria

En un torneo tan irregular y parejo como este, donde todas las fechas San Lorenzo parece tener una nueva oportunidad para prenderse con una victoria nuevamente en la lucha, el equipo sigue desperdiciando chances, como no queriendo dar pelea y dejar los frutos de la gloria para otros. Increíble, pero real. Para colmo de males, se está dando una campaña muy similar a la vivida el torneo pasado.

Tras perder ante Colón, el equipo se vino en debacle. Y hasta el momento, ya son cinco los partidos sin ganar, contando la derrota con Vélez. La última victoria quedó allá lejos, en Bahía Blanca, cuando el equipo aún prometía con cosas grandes. Quizás las lesiones, el bajo rendimiento de los jugadores o los planteos del técnico sea la explicación de este momento.

El Ciclón llegaba a Victoria con tres bajas más que importantes: Migliore, Menseguez y Velázquez. Pero con una nueva posibilidad de torcer la historia y enderezar el rumbo…Tigre necesitaba ganar, para sumar y escaparle a la zona baja y sobre todo, descontarle puntos a River en el descenso.

En la primera etapa, el local tomó las riendas del partido, pese a la fricción que proponía la visita. En la primer llegada clara, tras centro de Diego Morales, uno de los mejores, Ferrari se la llevó por delante con el muslo en su afán por despejar, y pese al esfuerzo de Tula para sacarla en la puerta del arco, el línea no dudó y convalidó el gol. Todo se haría cuesta arriba de ahí en más.

Con el resultado a favor, Tigre jugó con el nerviosismo de los de Ramón, que no lograban hacer pie en el campo de juego. Ortigoza era el único que insinuaba hacer algo, pero el dar dos pases seguidos se hacía casi imposible. Los del Vasco lo tuvieron con un cabezazo de Román Martínez, pero su remate salió muy despacio. Pese a contar con mayor dominio, Tigre no lograba ampliar.

San Lorenzo era pura impotencia y sólo llegaba a través de remates de media distancia, casi siempre en los pies de Salgueiro. El debutante Pedrozo se encontraba muy aislado y las pocas que le llegaban eran pelotas imposibles. La defensa se la notaba insegura y el medio casi no existía. Así, con esa pálida actuación se iban los primeros 45.

En el complemento, Ramón movió el banco y mandó a la cancha a Romagnoli en busca de una reacción lo antes posible. Junto a él, ingresó Guille Pereyra y el chico Luna cambió de bando, para atacar ahora por la banda derecha. Una buena decisión. Ya de entrada el Pipi comenzó a marcar la diferencia y el equipo fue otro.

El equipo empezó a crecer y llegar con más peligro al área rival. Con remates del propio ¨10¨ o sino a través de habilitaciones suyas. Primero con un remate del chico Luna, luego con un cabezazo incómodo de Bottinelli (llegó a la quinta amarilla y se pierde el clásico) o remates con poca precisión de Pedrozo que se iban a cualquier parte. Tigre ya no atacaba tanto, y se paraba de contra, para aprovechar el fondo despoblado de un Ciclón que iba por todo.

Sobre el final Stracqualursi casi marca, pero el palo se lo negó, al igual que el remate de Díaz, tras la tapada de Albil. Los de Ramón seguían yendo al ataque, pero sin demasiadas ideas, y el tiempo se iba. El equipo no le encuentra la vuelta a los partidos, y gracias a las derrotas de los de arriba, increíblemente sigue con vida.

El próximo sábado se viene el partido que todo hincha quiere ganar, ante el rival de toda la vida, y pese a los cánticos amenazantes, el mensaje de la gente es claro y contundente: contra el Globo hay que ganar como sea. Partido que puede marcar un quiebre y determinar el futuro de un cada día más cuestionado Ramón Díaz.