San Lorenzo, el estallido social y aquella final que no pudo ser

Se cumplen 10 años del histórico diciembre de 2001, cuando el 19 y el 20 el pueblo copó Plaza de Mayo. El Ciclón debió postergar su partido copero.

El estallido social impidió que se jugara la final de la Mercosur.

El estallido social impidió que se jugara la final de la Mercosur.

El fútbol también se estremece cuando un país se agita, y el miércoles 19 de diciembre de 2001 fue una clara muestra. Saqueos a supermercados, incidentes y muertes se apoderaron de Argentina, que estallaba y entraba en Estado de sitio.

Mientras tanto, San Lorenzo sufría la postergación de la revancha por la final de la Copa Mercosur que debía disputar esa noche en Buenos Aires.

La postal de un Nuevo Gasómetro vacío, debido a la suspensión del partido frente a Flamengo, permanecerá en la memoria de los simpatizantes azulgranas que recuerden ese día. Al mismo tiempo, el inagotable y profundo llanto de aquel chino, ante las cámaras de televisión por el vaciamiento de su minimercado quedará en la retina de todos los argentinos.

“No se podía jugar un partido de fútbol en esas condiciones”, recuerda Bernardo Romeo, un pensamiento que compartía con todo el plantel. En consecuencia, la final de la Copa Mercosur fue suspendida por la Confederación Sudamericana cuando se deslizaba la idea del Gobierno nacional, luego concretada, de decretar el Estado de sitio.

Aquel miércoles, después de almorzar en la concentración, los jugadores tuvieron tiempo para descansar en sus cuartos y Juan José Serrizuela, ex defensor azulgrana, rememora: “Estábamos acostados en la habitación con Aldo Paredes y no podíamos dormir mientras observábamos anonadados las imágenes por televisión”, en referencia a los saqueos y a los disturbios en la Plaza de Mayo.

Luego de la siesta, los dirigidos por Manuel Pellegrini se juntaron a merendar. Una vez acomodados, en las mesas redondas del comedor, observaron la transmisión del noticiero por una pantalla gigante. Romeo no lo olvida: “En ese momento empecé a tomar conciencia de lo que estaba sucediendo y comencé a madurar la idea de una suspensión, ya que hay cosas mucho más importantes que un partido”. Dirigentes de la institución, junto con Rubén Cousillas, ayudante del técnico chileno, fueron los que confirmaron la postergación del encuentro a los jugadores.

“La decisión fue acertada porque no era aconsejable reunir a 45 mil personas en un estadio y arriesgarse a un posible desmán en el caso de que el resultado no fuese el deseado”, reveló Pablo Michelini, ex mediocampista de San Lorenzo.

Los días anteriores al histórico 19 de diciembre de 2001 estuvieron enmarcados por saqueos, conflictos sociales y un Gobierno que distribuía alimentos entre los sectores más necesitados de varias provincias.

En la búsqueda de cumplimentar el objetivo, los conducidos por Pellegrini se concentraron desde el lunes 17 de diciembre a la noche en el búnker del Ciclón, que se encuentra detrás de la popular local.

Del día de la suspensión, Romeo recuerda: “Ni siquiera llegamos a tener la charla técnica que iba a realizarse antes de las 19”. Los jugadores se fueron de la Ciudad Deportiva en una nube de desconcierto a encontrarse con sus allegados.

“Mis amigos y familiares estaban yendo al estadio desde La Plata y tuve que llamarlos para que pegaran la vuelta”, aseguró el goleador de San Lorenzo. Ese regreso repentino e impensado se repitió en miles de cuervos que estaban en camino hacia el Pedro Bidegain y hasta en algunos ansiosos que ya se encontraban en el estadio.

Con la tranquilidad del bienestar familiar, Pablo Michelini se alarmó por la integridad de las estaciones de servicio que posee. “Me preocupé porque son establecimientos abiertos y expuestos, pero enseguida me informaron que no habían sufrido ningún daño”, explica el también ex volante de Racing. Al retirarse del complejo en Bajo Flores, el delantero Raúl Estévez decía: “Hablé con mi señora, me dijo que en Lanús habían saqueado todo”. El plantel azulgrana también vivía y sufría la estampida social.

Al final de la jornada caótica, Fernando De la Rúa desarrolló, tarde, un breve discurso que se transmitió por cadena nacional y decretó el Estado de sitio que regiría por 30 días y suspendía garantías constitucionales, facultando al Poder Ejecutivo a arrestar o trasladar personas de un lugar a otro del país. Después de estas palabras, miles de personas salieron a la calle con cacerolas y sartenes, en un fenómeno que se masificó en Capital Federal. Este cacerolazo fue mayor que los anteriores, porque fue espontáneo y se convirtió en un hecho que quedará marcado a fuego en la historia del país.

El día posterior al estallido, los jugadores volvieron a quedar concentrados de cara a la final reprogramada para el viernes a la tarde. Pero finalmente el partido se reubicó en enero, tras un comunicado emitido por Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol. “No había ánimo para afrontar la final el viernes”, confesó Michelini.

Ese día, en el que la situación social empeoró, renunció el presidente de Argentina. Este retiro estaba al caer y era tan avisado como la muerte de Santiago Nasar en la novela “Crónica de una muerte anunciada” del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Así fue que cerca de las 20, De la Rúa subió a un helicóptero y se marchó, en una escena similar a la de Isabel Perón el 24 de marzo 1976.

El día en que el Ciclón podía quebrar su sequía de logros internacionales, Argentina se aturdió. Los saqueos se multiplicaron a lo largo y ancho del país. Hambre, bronca y desesperación invadieron al suelo nacional. Se contaban los fallecidos, detenidos y heridos, consecuentes del estallido social. Aquel día, San Lorenzo fue un golpeado más.

Gentileza de Agustín García Belachur

Mundo Azulgrana

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Sitio web y programa de radio dedicado al Club Atlético San Lorenzo de Almagro

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