El partido más difícil

Llegar a La Plata desde Zona Norte. Coordinar todos los tiempos para llegar a horario, luego de un colectivo, dos trenes, un subte y un taxi. Todo eso con la mochila de perder el día anterior a un amigo.

La hinchada siempre junto al Ciclón.

La hinchada siempre junto al Ciclón.

Domingo difícil. El destino del día era La Plata. Un viaje largo y duro, teniendo en cuenta que quien redacta es de zona norte y se maneja en transporte público. El cálculo mental me dijo que debía salir a las 12 del mediodía. Había expectativa por ser el debut, pero no estaba con muchas ganas de ir. El sábado tuve la desgracia de perder a un amigo – ex compañero de trabajo-, para quien van dedicadas estas líneas.

Me dispuse a esperar el 175 en San Martín. A los 20 minutos de espera ya me había fastidiado. Para descargarme le envié un mensaje a mi novia. Nunca falla, siempre que lo puteo aparece. Recién comenzaba el viaje y por mi cabeza no paraban de pasar imágenes de Hernán, el muchacho del que les hablé en el párrafo anterior. Futbolero al mango era, pero Gallina, no era perfecto –sé que te estás riendo desde arriba-.

En la estación San Martín no debí esperar. El tren venía y tuve que correr hacia el andén. Por supuesto que no saqué boleto, el tiempo no me lo permitía. Me senté y puse la radio en el celular para que el viaje se hiciera más ameno. Mientras, recordaba aquellas jornadas laborales en Coto, cuando Hernán era mi jefe y no parábamos de “mulear” codo a codo.

En Retiro, pude sobrepasar la inquebrantable muralla de molinetes y guardas. Al mejor estilo Prision Brake logré escapar. Bajé al subte y la línea C me llevaría a Constitución. En el transporte subterráneo una botella de cerveza a medio terminar se volcó y casi me moja la mochila. ¿Quién habrá sido el hijo de remil?, pensé. Eso me trajo a la memoria el verano en el que me encontré con Hernán en San Bernardo. Me recibió en su casa y salimos de joda, como a él le gustaba.

El viaje a La Plata se me hizo interminable. Debía pasar por 18 estaciones para llegar a destino. En Villa Elisa un nene me convido tutucas, que no acepté porque son horribles. Más adelante un muchacho sin dientes y un moreno cantaron un tema religioso, bastante malo también.

Llegué a La Plata a las 15.30, casi sin tiempo para retirar mi credencial de prensa. Empecé a trotar, hasta que les primereé un taxi a unos chicos. Por suerte, llegué cinco minutos antes de que cerrara la ventanilla.

El viernes te despedí en esa clínica, el sábado te fuiste, el mismo día en el que cumplí dos años con mi novia, que conocí gracias a vos. Fuiste un periodista frustrado, un futbolero apasionado, un amigo de fierro, un compañero de lujo, una persona impresionante. ¿El partido? Ah, cierto. Fue 0 a 0 aburridísimo. Pero no todo es fútbol en la vida. Hasta luego Hernán. Los que te quieren no te olvidan.

Ezequiel Rivero

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Staff: Editor Periodístico Profesión: Periodista (Círculo de Periodistas Deportivos)

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