La delgada línea entre la gloria y el fracaso
Tenía la chance de quedar como puntero del campeonato y terminó la fecha en la cuarta ubicación de la tabla de posiciones. El análisis de la situación de San Lorenzo, que no se baja de la lucha por el título. Ahora se viene Boca.
En seis partidos se definirán las chances azulgranas. Hay expectativa. (Olé)
Una nueva fecha del Torneo Inicial se disputó y no dejó un buen balance para los hinchas de San Lorenzo. Golpeó fuerte la derrota ante Lanús, apaciguó el dolor el empate de Newell´s-Godoy Cruz y más tarde, Boca y Arsenal relegaron al Ciclón con una victoria y una igualdad.
En contraste con el panorama actual, con vistas a la definición del campeonato, el equipo de Juan Antonio Pizzi llegó a encontrarse en lo más alto de la tabla de posiciones, cuando, de manera parcial, le dio vuelta el resultado al Granate y todo era alegría por Boedo.
Ahí apareció la delgada línea entre la gloria y el fracaso, la que se atraviesa una y otra vez producto del vértigo que propone el fútbol. En el argentino, particularmente, hay veinte equipos que a lo largo de un semestre se ubican a un lado y al otro de esa línea en innumerables ocasiones: siempre cercanos al éxito y siempre temerosos de la derrota.
El error es conceptual, porque nunca un partido va a consagrar a los dos rivales, nunca un certamen va a coronar a dos campeones. El error aparece cuando se dejan de distinguir los matices de juego, los contextos, los esfuerzos realizados y los imponderables sucedidos.
En el último tiempo San Lorenzo encontró un camino por el que puede transitar con seguridad y eso es lo que hay que rescatar. Resulta imposible elegir una meta -copas o campeonatos- y automáticamente alcanzarla. Por eso se debe valorar la elección de un camino: se podrá recorrer a mayor o menor velocidad, con más o menos dificultades, pero finalmente conducirá al éxito, ese al que todos pretenden llegar con inmediatez y a más de uno le representa una desilusión el no poder lograrlo.
La fecha 13 parece haber alejado a los Cuervos de sus expectativas y sus aspiraciones de campeonar, pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde y esa línea caprichosa que hoy quiere arrastrar al azul y al rojo del lado del fracaso, no deja de ser delgada, difusa: basta que llegue el próximo fin de semana para poder volver a cruzarla y qué mejor que hacerlo recibiendo al clásico rival.
Nota: Gastón Rososzka
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