La primera vez

Para muchos Cuervos, el título de 1995 fue el debut como campeones siendo hinchas de San Lorenzo. Aquí, el recuerdo de un periodista que ama estos colores.

Ya pasaron 15 años. Parece mentira. Pensar que para gritar campeón ese 25 de junio de 1995 hubo que esperar 21. No me olvidaré jamás de ese día. Yo tenía unos 7 años, era un nene. Una enfermedad muy grave no me permitía estar en Rosario. Cáncer la llaman, pero a mi qué me iba a importar, si esa tarde estaba más cerca que nunca de ver campeón a mi querido San Lorenzo por primera vez en mi vida.

Recuerdo que me levanté de la siesta justo cuando estaba por comenzar el partido. Cada integrante de la familia ocupó una silla del living. Desde San Fernando éramos cinco almas acompañando a esos treinta y cinco mil cuervos que coparon Rosario.

El Ciclón tenía que ganar sí o sí, los nervios eran inexplicables. Promediando la primera etapa se corta la luz. ¿Y ahora? Volvió rápido por suerte. Luego del partido un vecino que ya no vive en el barrio y el cual ni el nombre recuerdo me contaría que llamo a Edenor amenazando que si no volvía el servicio, los Cuervos le iban a quemar la sede administrativa.

De repente, un tal Mazonni (gracias querido) se la mandó a guardar al Lobo. Era triunfo de Independiente, y el equipo del Bambino se ponía a un gol del campeonato. Al ratito, penal para San Lorenzo. Todo cocinado habrá pensado más de uno. Pero esto es San Lorenzo, y el que ama estos colores sabe que se nació para sufrir. Netto mató tres palomas del puntinazo que mandó a las nubes.

Algo tenía que pasar. Mi gran Paulo Silas no me podía fallar. Un año antes del título, el brasileño me había ido a visitar al Hospital Ricardo Gutiérrez, en el cual estaba internado a causa de la enfermedad que mencioné anteriormente. Tuve la fortuna de salir al campo de juego con el equipo en un partido de 1994 frente a Platense que terminó 2 a 2. Todo eso gracias a la invitación de Silas (te quiero ídolo). Y el mejor jugador brasileño que jugó en las canchas de la Argentina frotó la lámpara. Tiro de esquina desde la derecha que salió de la fantástica diestra del moreno. Como no podía ser de otra manera, esa pelota le cayó servida en bandeja a la cabeza del Gallego González. ¡Goooollll carajo!

Y el Bambino lloraba, la hinchada lloraba, y yo no podía creerlo, mi amado Ciclón era campeón, una sensación que no conocía recorría mi cuerpo. Si me tocaba partir, por lo menos había tenido la suerte de ser campeón, y eso no me lo sacaba nadie. Pero me quedé acá abajo, peleándola, pero me quedé. Sufriendo, para luego gozar, a lo San Lorenzo.

Ezequiel Rivero

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Staff: Editor Periodístico Profesión: Periodista (Círculo de Periodistas Deportivos)

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