Un canto al optimismo

El riojano desparramó seguridad, confianza, esperanza, profesionalismo y ganas de triunfar en su presentación. Sin dudas, se abre una nueva era que puede ser importante.

Ramón Díaz llegó a San Lorenzo para darle un cambio de aire al mal clima futbolero (Fotobaires)

Ramón Díaz llegó a San Lorenzo para darle un cambio de aire al mal clima futbolero (Fotobaires)

Le hacía falta a San Lorenzo el regreso del Pelado. Su favoritismo excluyente en todas las encuestas desató una expectativa inusitada para el ciclo que está por empezar.

Ramón Ángel Díaz llegó al club a las 11 de la mañana, charló con su cuerpo técnico y luego firmó su contrato, tras hablar animadamente con el presidente Rafael Savino y el tesorero Claudio Di Meglio. Generó una efervescencia singular en todo el mundo azulgrana. Además, motivó que se respiraran aires distintos. Le cambió la cara a hinchas, dirigentes, periodistas partidarios, empleados de la institución, a todos…

Parecía que se escuchaba esa famosa canción, cuyo popular estribillo “Ahí viene Ramón” retumbó mágicamente en los corazones santos, aún sin que nadie la entonara cuando el personaje en cuestión irrumpió en una sala repleta.

Ganará menos de lo que cobraban sus antecesores Miguel Ángel Russo y Diego Pablo Simeone. Sí, algo de no creer, pero adaptada a la ajustada economía de la actualidad sanlorencista.

Díaz demostró inteligencia, sentido de la oportunidad y grandeza en sus palabras. Aseguró estar “convencidísimo que San Lorenzo nunca más va a hacer la mala campaña” que arrastra del último semestre.

Inyectó de fe al pueblo santo divulgando que “me llamaron muchos jugadores que quieren que los dirija Ramón Díaz” y agregando que “queremos armar un equipo competitivo, San Lorenzo siempre fue competitivo y lo va a seguir siendo para toda la vida”. Su perspectiva ganadora la transmitió con el convencimiento de sus dichos.

“Vamos a hacer un buen proyecto con divisiones inferiores para que los jóvenes salgan mucho más rápido de lo que están ahora”, astuto, enfatizó el flamante técnico, ganándose la aprobación de hasta aquel que le discutía cierta tendencia a no priorizar a los juveniles.

El mensaje  para los futbolistas de su plantel avisó una ardua tarea: “Pido jugadores con mentalidad ganadora. Y que los rivales que vengan a nuestra cancha sientan que están jugando con un equipo de verdad. Venimos para tener éxito y que nuestros jugadores sientan la obligación de ganar”.

Sabio, advirtió el estigma de la Copa Libertadores y tiró: “Vamos a hacer el máximo para poder clasificar y estar en la Copa Libertadores que es lo que quiere la gente y lo que quiere todo el mundo”, ganándose más aplausos.

Se lo apreció más metido y consustanciado que nunca, con ganas de instalarle nuevamente la mística ganadora a San Lorenzo, con un plan de juego definido: efectivo, sólido y contundente, con garra y precisión.

Desea reeditar el logro del Clausura 2007 y no equivocarse otra vez, reafirmando sus virtudes y sacándole jugo al mango a esa seducción que provoca a nivel general. Está tan ensimismado con San Lorenzo que ni lo mencionó a River, ese club que lo despreció recientemente y al que quiere vencerlo con ansiedad.

Le divierte estar en vidriera y le da a San Lorenzo una exposición mediática fantástica. Su encanto produce que los sueños se agiganten. Por eso, varios oficialistas nos susurraron: “Esperemos mantenerlo por mucho tiempo y que el club crezca cada vez más”.

“No los voy a defraudar”, vociferó, convencido, dirigiéndose a la enorme legión de simpatizantes cuervos. Ojalá que su canto al optimismo derive en un crecimiento institucional, acompañado por proyectos acordes y realizables.

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